Texto: Janey Castañeyra
Ducharse en casa de un vecino o familiar, asear a los niños con garrafas, no poder lavar la ropa, ir a la playa a por cubos para poder vaciar el wáter… son experiencias que han relatado vecinas y vecinos durante estos últimos años en que el suministro de agua se ha convertido en un verdadero problema en Fuerteventura. Para las empresas, los cortes significan pérdidas económicas. Cuando no hay agua, son muchos los negocios que han tenido que cerrar sus puertas durante días. Y en el campo majorero, los productores se han visto obligados a reducir su producción.
El Enfoque analizaba en su edición anterior las carencias en la gestión del agua que han dado lugar al desabastecimiento -no achacables únicamente al Consorcio de Aguas, sino también en ocasiones a los servicios municipalizados-, el origen de las pérdidas y el déficit económico que ocasionan. No ocurre a diario, afortunadamente, pero cuando una vivienda o una finca se quedan sin agua, las consecuencias son catastróficas. Y tienen nombres y caras.
El Caaf recuerda a menudo la ordenanza que establece la obligación de contar con un depósito suficiente para cubrir sus necesidades durante tres días. “Los abonados con reservas de 72 horas no han tenido problemas, porque los cortes no han superado las 48 horas”, informaba el ente tras una avería en 2019. Hasta hace no mucho, los abonados se conectaban directamente a la red, pero a medida que el suministro ha venido flojeando, muchas empresas y viviendas se han ido adaptando, ampliando sus depósitos o instalándolos por primera vez.
El Cotillo fue un ejemplo de ello, cuando la localidad se quedaba sin agua cada vez que llegaban las vacaciones. Más gente en el pueblo, aumentaba el consumo y el suministro no daba. El Caaf mejoró la tubería desde El Roque en 2021 y el problema se solucionó, como reconoce Luz Marina Rodríguez, presidenta de Cotillo Joven. “La situación del agua ha mejorado. Ya no hay tantos problemas como antes”. Cuando hubo escasez, “la mayoría de la gente se preparó y aumentó los depósitos. Pero si vuelve a subir el turismo, podríamos volver a tener problemas”, comentaba la joven representante vecinal.
Pero otras localidades no han tenido tanta suerte. En La Lajita, se vienen sucediendo protestas desde hace años. Y no todos los residentes tienen la posibilidad de ampliar sus reservas. “La respuesta es cómprense un bidón de 1.500 litros, pero ni siquiera eso es solución. Hay personas que están de alquiler y se quedan sin agua desde que se corta, porque los propietarios no aumentan los depósitos”, relata José Fernández Jurado. Según este vecino, “en La Lajita ha habido gente yendo a la playa para coger agua y poder hacer sus necesidades. Roturas de termos, lavadoras…”. Y si bien el abastecimiento ha mejorado este año respecto con al anterior, en su opinión la situación ha pasado de “caótica a insoportable en los últimos cinco o seis meses”. Negocios como Cafetería La Juanita, Bar Plaza o Restaurante Ramón, por nombrar algunos, “han cerrado durante días por los cortes”, perdiendo miles de euros de facturación. La zona sur de Fuerteventura es donde más se sufren los cortes, al estar más alejado del centro principal de producción en la capital majorera, y contando el Caaf únicamente con una pequeña desaladora Gran Tarajal. “Esto no es de ayer para hoy. En la zona, La Laijta, Cardón, La Pared, Las Hermosas, los cortes son continuos”.
Cosechas perdidas. Pero los vecinos y vecinas no son los únicos que sufren los cortes, que también afectan al sector primario. Alexis Nuez, técnico en explotaciones agrarias intensivas y agricultor afincado en Tarajal de Sancho, explica que “tenemos este problema con el agua desde hace años. Estamos al final de la red, a 80 km del centro de producción. Y si esta decae, nosotros somos los perjudicados porque tarda días en restablecerse”.
“Yo tengo una hectárea de terreno. El Caaf nos da entre 1 y 2 litros de agua por metro cuadrado al día. Pero si a los tres meses de tener la planta cultivada, me falla el agua, la producción se me viene abajo. He hecho una inversión de tiempo y dinero, y no la puedo recuperar. Así llevo muchos años. He perdido plantaciones de fresa, tomates, hortalizas… Tendría que recibir 20.000 litros de agua al día, pero si solo me llegan 2.000, se me viene todo abajo. Si es dos o tres días, no hay problema, pero si pasa semanas o meses…”.
Efectivamente, a los profesionales de los sectores agrícola y ganadero de Fuerteventura, el Consorcio de Aguas les ofrece un precio reducido de 50 céntimos por metro cúbico consumido (1.000 litros), y recientemente les ha ampliado esta subvención hasta un máximo de 21.000 m3 al año. Esto obliga a los productores a medir y ajustar su consumo continuamente, ante el riesgo de superar el cupo, y ver que sus producciones dejan de ser rentables. Además, el hecho de estar la subvención condicionada a la superficie cultivada, supone un impedimento a la hora de modernizarse. “No podemos usar máquinas, porque adaptamos la producción a la superficie de agua subvencionada”, explica Alexis Nuez.