El pasado mes de abril, concretamente el día 8, Autoescuela Carmelo, una de las autoescuelas más simbólicas de Fuerteventura y de la provincia de Las Palmas, cumplía 40 años de existencia. Son cuatro décadas que, como definiría el propio Carmelo Reyes, propietario del centro de formación, “han ido sobre ruedas” gracias al “trabajo, la profesionalidad y el esfuerzo”.
Como ocurre en muchos comienzos, el de Autoescuela Carmelo fue por casualidad. Carmelo Reyes se sacó el carné B1 en la Autoescuela Curbelo (Gran Canaria) en 1972; nadie en ese momento podría presagiar que su futuro estaría vinculado a ese documento para el resto de su vida. De esa época adolescente recuerda que los números ya le acompañaban: en los cartones de lotería que cantaba los fines de semana, en las matrículas de los coches que participaban en los rallys donde él también competía,… con los años, a esos números se sumarían otros: los de las páginas del manual de la autoescuela, los artículos del Código de Circulación de la DGT o las matrículas de los vehículos que han pasado por sus manos (reconoce que no todos pero sí los que cuentan con mayor valor sentimental para él) a lo largo de estos 40 años.
Su andadura como profesor de autoescuela comienza en 1977, en la Autoescuela Sánchez, donde obtiene su título como profesor y un contrato de 52.000 pesetas mensuales, que no llegó a cumplir. Con el tiempo, y ante el engaño de su anterior empleador, monta con dos socios Autoescuela Canaria (1978), pero el 1983 decide que es el momento de dar el salto e intentar emprender el camino en solitario. Por ello, el 28 de febrero crea Autoescuela Carmelo, el 14 de marzo le hacen la inspección y el 8 de abril abre oficialmente sus puertas. “Me hice empresario con 23 años, primero como parte de una sociedad y después en solitario”, observa Reyes.
Su primera sede la abre en Telde, donde, además del local, dispone de dos coches, uno de ellos un Nissan (su matrícula, 5825BM). Algo más tarde conoce a Santiago Martín, profesor de autoescuela que “todavía sigue trabajando conmigo, a pesar de que ya tiene 74 años”.
Tras esa primera etapa, en 1995 implanta una fórmula novedosa: el televídeo. “Mientras estaba dando clases, me apunté en Derecho”, recuerda, “pero no sabía qué hacer con mis alumnos de por la mañana”. La solución fue poner varios televídeo con auriculares. De esta manera, sus alumnos introducían la cinta VHS con la clase que les correspondía, estableciendo cada uno su ritmo de visionado. “En esa época no ocurría como ahora, que hay editoriales que ofrecen a través de internet la formación online. Por eso, el televídeo con mis clases grabadas revolucionó de alguna manera el sector, con el añadido de que, además de la experiencia, aportaba en las grabaciones ese justo toque de humor para mantener siempre la concentración activa”. El resto fue trabajar y crecer.
El salto a Fuerteventura lo da el 13 de junio de 1994, cuando abre su primera sede en la calle Dulcinea. Previamente, un amigo suyo, Antonio Jiménez (Autoescuela Jandía) lo invita a que conozca Fuerteventura y lo anima a que abra una sede en la Isla. Carmelo Reyes regresa a Gran Canaria con el compromiso de estudiar la posibilidad, pero sin nada claro en mente. En su inquietud, vuelve a Fuerteventura y recaba información en el Ayuntamiento capitalino, estudia la pirámide de edades, mira estadísticas, analiza cómo está el sector,… y finalmente decide aceptar el reto. “Tenía mirado un local en la calle León y Castillo, y cuando llamo al representante de la editorial Pons para pedirle el material didáctico que tengo que adquirir, me comenta que ese material ya estaba en la isla porque un señor, Francisco Perdomo, iba a montar una autoescuela por su cuenta con su hija en la calle Dulcinea; pero él fallece y no la llegan a abrir”, recuerda. Tras una llamada a la hija de Perdomo, que tiene que gestionar la deuda del padre, Carmelo Reyes asume la deuda del fallecido, el local y contrata a su primera empleada en Fuerteventura.
Su primera puesta de largo en la Isla fue en Feaga. Siendo Juan Estárico consejero del sector en aquel momento, le pregunta qué relación puede existir entre una autoescuela y el sector primario para justificar lo que Reyes solicitaba: un expositor en la feria. “Para conducir un tractor agrícola es necesario tener permiso de conducir”, recuerda que le comentó. Ese fue su primer gran acierto en la Isla porque le dio la visibilidad que necesitaba.
Otra fórmula que implementó fue el transporte gratuito puesto a disposición de los clientes. “Hoy está prohibido, porque la empresa solo puede desplazar a empleados y no a clientes; pero en aquella época aún se permitía”, asegura. El servicio tenía dos rutas: una al norte y otra al sur, recorriendo incluso los pueblos del interior. Con el tiempo tiene que quitar ese servicio pero, paralelamente, abre nuevas sedes en Gran Tarajal (1996), Corralejo (1997) y Morro Jable (2011). En Antigua tuvo centro de formación, pero lo cerró porque “el Ayuntamiento nos perjudicaba más que ayudarnos”.
A pesar de que su mundo está rodeado de fechas y matrículas, Carmelo Reyes no es capaz de poner un número a la cantidad de alumnos que han pasado por sus aulas. “Estamos hablando de miles, pero no sabría decir cuántos”, asegura. Lo que sí tiene claro es la confianza que deposita el alumnado en ellos: “nos encontramos con la segunda generación de alumnos, en algunos casos hasta con la tercera. Es muy bonito y satisfactorio comprobar que quienes una vez fueron nuestros alumnos ahora nos confían la formación y la seguridad de sus hijos”, concluye.