Había oído su discurso en el debate de investidura, me fascinó eso de “la política es una herramienta capaz de mejorar el día a día de las personas, y en Canarias existen más de dos millones que cada mañana se despiertan con ese objetivo”.
Me llevó a pensar en la capacidad de dar respuesta que conlleva la responsabilidad de ser cargo público y, como economista, me generó cierto optimismo. Siempre he creído que las empresarias y empresarios, así como las personas autónomas, son los grandes impulsores de la economía por la actividad que generan, así como por el empleo que crean.
En Canarias son las pymes, las personas autónomas, el pequeño comercio local quienes asumen el riesgo de la inversión y la contratación de personal y quienes se enfrentan a las incertidumbres diarias como, por ejemplo, que no llegue un pedido a tiempo o el miedo a enfermar porque conlleva el cierre del negocio ese día o a la incertidumbre que generan los altos costes que tienen que asumir por el incremento de los precios de los suministros. Hablo de la cafetería en la que desayunamos todos los días, de esa tiendita de la esquina que nos salva de vez en cuando, de la agricultora que va al Mercado de la Biosfera, de la empresa constructora que acaba de finalizar esa calle por la que vamos paseando o del barco que nos lleva y nos trae a la Isla de Lobos.
Esto se complica más al vivir en un territorio fragmentado y dependiente del transporte y la logística, sobre todo asumiendo la situación de la doble insularidad en el caso de Fuerteventura.
Al haber nacido en el seno de una familia con negocio propio, sabes que muchos días no hay horarios, que hay adaptarse o reinventarse cuando cambian las condiciones inicialmente planteadas o cuando en el día a día se plantean nuevas adversidades. Pero, sobre todo, aprendes que hay que trabajar mucho para poder colgar el cartel de abierto cada día.
Por eso me sentí aliviada al poder formar parte de un Gobierno que se ha mantenido estable ante tiempos tan complejos (la estabilidad siempre reduce la incertidumbre); pero, sobre todo por mi profesión, por erradicar complemente el mito de que los gobiernos de izquierdas o de progreso no apoyan al sector empresarial, totalmente incierto. Además se puede demostrar con hechos. Entre otras, y para no extenderme, como ejemplo las ayudas otorgadas por el Gobierno de Canarias, y gestionadas por las Cámaras de Comercio en el año 2021, por un total de 1.144 millones de euros en ayudas directas a empresas y autónomos afectados por la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19; o, ya en este año 2023, los 10,5 millones de euros de los fondos REACT-EU para pymes, que ya se concedieron también en el año 2022.
Hoy, definitivamente, estamos mejor que hace cuatro años, los datos de empleo y gasto turístico lo corroboran. Pero también queda mucho por hacer y por eso seguimos batallando. Hay que perseverar mientras se pueda, seguir aprendiendo, seguir deseando y seguir aportando, que es precisamente lo que ha hecho este Gobierno: no tirar la toalla, al igual que no la han tirado las personas autónomas y empresas de esta isla. Por eso debemos continuar, a pesar de las circunstancias, buscando soluciones precisamente de compensación de los costes asumidos por la doble insularidad o fomentando el emprendimiento.
Después del cero turístico ocasionado por la pandemia, sobre todo en la isla de Fuerteventura al ser una de las más dependientes del sector turístico, no solo nos hemos recuperado, sino que ha sido la isla que ha liderado la caída del paro, según el último dato de desempleo del mes de marzo de 2023. ¡Quien lo iba a decir! Habría que pensar qué hubiera pasado si estuvieran gobernando otros. En este sentido, y con todo lo que ha pasado en estos cuatro últimos años, desaparece esa sensación de que la vida empieza solo el día que nacemos; parece que no es verdad. De vez en cuando, todo empieza de nuevo.