El anuncio del Gobierno británico de que los pasajeros procedentes de vuelos españoles, incluidos los canarios, tienen que pasar una cuarentena obligatoria ha sentado como un jarro de agua fría al sector turístico de la Isla que ha visto cómo, prácticamente sobre la marcha, se producían las cancelaciones de importantes compañías y turoperadores que vuelan con Fuerteventura como son los casos de TUI o Jet2, aunque si bien es cierto que al cierre de esta edición aún se mantenían operativas, entre otras, las compañías easyjet y Ryanair.
Según datos aportados por el Patronato de Turismo de Fuerteventura, entre agosto y septiembre estaban programadas para la Isla 80.443 plazas procedentes del Reino Unido; no en vano, se trata del segundo mercado emisor más importante de Fuerteventura, después del alemán. El informe del Patronato no aclara cuántas de esas plazas se habrían visto afectadas por las cancelaciones, aunque en función de las previsiones de varios complejos hoteleros de Caleta de Fuste y Corralejo que trabajan con turismo británico, estas pérdidas han debido ser notables ya que han pospuesto sus reaperturas. Esto afecta, además, a los pequeños comercios que giran en torno a ellos.
Por otra parte, los datos del Istac correspondientes a enero de 2020 señalan que los alojamientos hoteleros y extrahoteleros de Fuerteventura sumaban 48.042 plazas, plazas que correspondían, en su mayoría, a 90 establecimientos hoteleros abiertos. Sin embargo, según datos aportados por el Patronato de Turismo tras un último balance, después de la COVID-19 y del Estado de Alarma solo 30 establecimientos han abierto sus puertas esta campaña de verano (lo hacen al 75%, que es lo permitido actualmente por la legislación). Es decir, que Fuerteventura cuenta actualmente con poco más de 10.000 camas operativas, además de miles de personas afectadas por un ERTE (en junio eran más de 11.000, aunque esa cifra se ha reducido en el último mes), a las que hay que sumar también las 13.529 que engrosaron las listas del paro el pasado mes de julio.
En este contexto, el ‘Plan B’ impulsado por la Consejería insular de Turismo y el Patronato de Turismo de Fuerteventura para rescatar al sector y, por tanto, la economía insular no se ha dejado ver aún. De hecho, ante la pregunta sobre la estrategia para minimizar la caída del turismo británico Blas Acosta, presidente del Cabildo majorero y consejero insular de Turismo, ha justificado la ausencia de dicha estrategia asegurado a este medio que “dije como presidente que noviembre sería el mes que iríamos recuperando peso turístico; dije también abril de 2021. Parece que nos hemos olvidado de que el decreto del fin de la alarma y, por tanto, de entrada a la nueva normalidad hace un mes escaso que ocurrió”.
La oposición en el Cabildo no opina lo mismo y aseguran tanto desde Coalición Canaria como desde el Partido Popular que ha habido tiempo para crear una estrategia en coordinación con el sector a través de una Mesa Sectorial de Trabajo. “La última que convocó el Patronato de Turismo fue hace diez meses. El presidente, en su doble condición de consejero y presidente, no ha podido atender al sector. Tampoco ha habido campañas promocionales de refuerzo, como sí han hecho otras islas”, señala Jessica de León, consejera del Partido Popular.
Ayuntamientos en solitario
Por el momento son el turismo local y nacional los que están ayudando a mantener la ocupación de una parte de los establecimientos alojativos abiertos; pero ese esfuerzo lo están asumiendo los ayuntamientos por su cuenta. En este sentido cabe destacar campañas como la realizada por el Ayuntamiento de La Oliva donde su Concejalía de Turismo realiza un trabajo promocional no solo en otras islas del Archipiélago, sino en diferentes puntos de la geografía peninsular. Véase como ejemplo la campaña ‘De norte a norte’ en comunidades como Galicia, País Vasco o Cantabria, además de Madrid o Valencia.
Sin embargo, en el caso del turismo local, su presencia tiene fecha de caducidad: septiembre y la vuelta a la rutina. Por eso, muchos se preguntan ya si, una vez perdida la temporada de verano, se podrá salvar la campaña de invierno. ¿Qué pasará con el turismo nórdico?, ¿y el turismo vinculado al deporte?, ¿habrá para entonces el tan ansiado ‘Plan B’?