Siempre he dicho que los ciudadanos deberían huir de quienes, en el ejercicio de sus responsabilidades, presentan soluciones fáciles a problemas difíciles, usando varitas mágicas. Huyan. Porque ese gobernante, en el día a día de su ejercicio, tropieza con diversas leyes en vigor que hacen difícil lo fácil, impiden en muchos casos que la solución acompase al problema o, lo que es peor, no permite que su varita mágica funcione porque su solución es contraria a la normativa vigente. Incluso hay algunos que llevan ¡años! al frente de consejerías y concejalías mirando a otro lado, excepto en campaña, claro.
Y tengo que confesar que nunca he visto tantos y tantos magos haciendo política. Cuando me presenté a la Presidencia del Cabildo de Fuerteventura y me preguntaban cómo resolver el problema del agua, fui la única que reconocí que no había soluciones rápidas, dije que con trabajo diario y buscando fondos fuera del Cabildo, porque 10 años de desidia no se arreglan en dos meses, como dijo uno de los que hoy gobierna. El tiempo no solo me ha dado la razón sino que ha dejado sin efecto la varita mágica de aquel candidato.
En estos días veo con asombro cómo un grupo de diputados majoreros se soliviantan con las tierras raras después de haber votado en el Parlamento, todos sin excepción, a favor de la investigación. Ahora la excusa es que era la Universidad quien tenía que investigar y, por supuesto, han sacado la varita mágica para resolver lo que un procedimiento reglado dice que no se puede resolver así. La Ley de Minas a nivel estatal dicta cómo es el procedimiento y no hay ningún político, con o sin varita, que pueda cambiar eso. Pero, ¿a quién le importa lo que dice la ley? Si de verdad queremos pararlo, huyan de los magos.
Pero, además, el grave problema de la vivienda ahora se resuelve con moratorias. El único gobierno que ha puesto dos medidas legislativas sobre la mesa, a saber, una para construir viviendas y otra para ordenar el alquiler vacacional, es cuestionado por quien solo hablaba de escudos sociales, que ni eran escudos ni muchos menos sociales, ni fueron capaces de construir ni una sola vivienda donde tenían decretada una emergencia, La Palma. La varita haciendo gala de su poder en la oposición, eso sí.
Que ahora resulta que yo, como consejera, quiero echar a los canarios de sus apartamentos, donde residen. ¡Pero si la ley 2/2013 fue aprobada por quienes hoy ofrecen las soluciones a los afectados y no tuvo en cuenta la residencialización! Varita de gobierno, varita de oposición.
La palma a este show mágico se la lleva, sin duda, los diputados “pro bonificación” al combustible a los majoreros. Diputados que hasta antes de ayer votaban en contra de esta medida para toda Canarias, también para Fuerteventura, hoy la reclaman vociferando y la quieren aunque, de momento, no exista fórmula jurídica que las ampare (las islas occidentales tienen la Ley de Islas Verdes), sin distinción entre residentes y turistas, sin estudios económicos (que sí estaban avanzados para el resto de islas). ¡Huyan!
Qué futuro nos espera si nadie quiere tomar decisiones y explicar que las cosas no son tan fáciles. Si todos quieren jugar a ser manifestantes y ninguno gestor. La industria de la queja puede que sea una industria, pero no genera empleo, ni riqueza; solo votos y, por tanto, prosperidad para unos pocos.
Huyan, no se dejen usar. Mi mayor respeto a todos los que hemos renunciado a las varitas mágicas en la política, que los hay, militando en todas las casas, con mucha constancia en su trabajo, que quieren ayudar y buscan soluciones a problemas.