Estoy seguro de que todos, de una manera u otra, hemos estado pensando y recapacitando qué Puerto del Rosario queremos. Qué ciudad o qué pueblo deseamos y, sobre todo, de aquello que un día nos prometieron y nunca se cumplió.
Cuando yo era pequeño, deseaba una ciudad que abrazara el mar. Una ciudad que siempre estuviera orgullosa de su pasado y que pusiera los cimientos para un futuro mejor. Los años y las inestabilidades han contribuido a que de alguna manera todos esos sueños se disiparan.
Aún recuerdo el fervor de la plaza del mercado. La zona baja de la ciudad. Una zona que con los años desgraciadamente ha sido la gran olvidada: falta de iluminación, de limpieza e, incluso, de mantenimiento han sido la carta de presentación de las últimas corporaciones locales.
Un mercado municipal abandonado por unos y por otros, y que nadie toma la decisión de rehabilitar y construir un gran Mercado de Abastos, como existe en tantas ciudades. Eso era lo que desde niño siempre soñé. Un punto de referencia, gran mercado donde el ajetreo diario de los residentes de la ciudad se mezclara con ese turista que recala en nuestra ciudad en esos grandes buques turísticos que nunca nadie pensó que un día llegarían a Puerto del Rosario.
¿Y qué decir de la Salud, el bienestar y el deporte de nuestros vecinos?
Seguro que todos pensábamos que llegaría el momento en el que en nuestra ciudad se celebrasen grandes competiciones deportivas. Aún recuerdo los campeonatos que durante los veranos se celebraban en la explanada con los más pequeños. Fútbol 7, fútbol 5 y baloncesto representaron mi infancia y desgraciadamente eso ya no existe.
Sin ir más lejos, me viene a la mente el Oasis. Centro de referencia deportiva en nuestro municipio, pero después de eso… nada.
Siempre pensé que el tiempo de correr en la calle se acabaría y tendría una gran ciudad deportiva para que todos los jóvenes, y no tan jóvenes, tuvieran un lugar de peregrinación deportiva. Instalaciones de primer nivel que ayudaran a todos los amantes del deporte a profesionalizarse y a contribuir a que el nombre de Puerto del Rosario fuera por el mundo competición tras competición.
Pero la realidad ha sido bien diferente: instalaciones deportivas abandonadas, sin accesos habilitados y sin medidas de seguridad es la realidad de una ciudad triste y que da la espalda al deporte y el bienestar. Una tónica que desgraciadamente se viene extendiendo en los quehaceres del Ayuntamiento capitalino, corporación tras corporación.
Y es por eso por lo que la ciudadanía nos pide más como cargos públicos. Nos piden responsabilidad, consenso y, sobre todo, trabajo en equipo.
Nos piden que los jóvenes encuentren oportunidades de trabajo en su municipio para no tener que irse fuera a trabajar o estudiar. Nos piden un gran espacio verde para poder pasear y disfrutar de la familia. Nos piden algo tan sencillo, como que se abran los parques infantiles. Nos piden, sencillamente, que estemos a la altura de las circunstancias. Pero, desgraciadamente, la mayoría de gobierno en el Ayuntamiento de Puerto del Rosario ha demostrado que no lo está.
Y yo, después de 34 años, me he dado cuenta de que nada de lo que un día soñé para mi ciudad y sus ciudadanos se ha hecho realidad.