La entrevista. ÁNGEL MANUEL HERNÁNDEZ. PASTOR DE MISIÓN CRISTIANA MODERNA
¿Existe racismo o xenofobia en Fuerteventura?
-En la Isla ni hay racismo ni hay xenofobia. Eso no quiere decir que en Fuerteventura no haya algún racista o algún xenófobo, que lo tiene que haber porque lo hay en todas partes del mundo. A veces, este tipo de personas usan medios masivos para expresar ideas y puede parecer que haya mucha gente que siga a estas personas, pero creo firmemente que la sociedad majorera ha demostrado durante muchísimo tiempo que es una sociedad acogedora.
¿Y aporofobia?
-La aporofobia tiene dos sentidos. Uno es el de miedo a la pobreza y creo que sí hay miedo a la pobreza, principalmente porque aquí ya se ha vivido en un estado de hambruna. Fuerteventura depende mucho de la importación de mercancías y la situación generada por la COVID ha complicado algo esta situación. Por tanto, sí creo que la sociedad de Fuerteventura tiene miedo a la pobreza. Ahora bien, aporofobia en el sentido del rechazo al pobre no lo hay. De hecho, la gente de esta tierra se acerca con mucha facilidad al pobre como pude comprobar tiempo atrás cuando hice un experimento y me vestí de indigente: anduve por las calles de Puerto del Rosario, acercándome a las personas, y no tuve ningún tipo de rechazo.
Desde que se resurgió la llegada de pateras a finales de 2019, Misión Cristiana Moderna se ha hecho cargo de atender a gran parte de las personas que llegaron hasta las costas majoreras.
-La gente con la que me he encontrado en la Isla ha agradecido permanente y constantemente el trabajo que realiza Misión Cristiana Moderna en la atención a los inmigrantes. Eso es síntoma de sensibilidad y de corazón, porque la gente de Fuerteventura es muy consciente de lo que significa atravesar este mar, son muy conscientes de lo que hay en el mar y su peligrosidad. Por eso, y enlazando con la pregunta anterior, es que no creo ni siquiera que exista un brote de xenofobia; no lo puede haber porque iría totalmente en contra del corazón de la Isla y nadie va en contra de su propio corazón: la cultura, la educación y la historia de nuestra Isla es la historia de un pueblo acogedor, que no hace diferencias por el color de la piel ni de la nación.
En caso de que existiera algún tipo de malestar en la sociedad majorera vinculado a la inmigración irregular, ¿a qué cree que se debería?
-Existe cierto miedo debido a la escasa información que se da y porque, a veces, la información que se da no es muy clara. Hay que entender que, cuando hablamos de temas vinculados a la salud como es el caso de la pandemia generada por la COVID, la información que se da vinculada a la migración tiene que ser muy concreta y concisa. Y, claro, esta escasa información hace que la gente tenga cierto miedo; miedo que aprovechan algunas personas para lanzar mensajes que no tienen razón de ser. Uno de esos bulos fue que un grupo de inmigrantes se escaparon por la zona del LIDL. Nosotros sabemos que, por intereses, hay cierto malestar de algunas personas que no quieren la existencia de Misión Cristiana Moderna y el trabajo que hace, por lo que este mensaje malintencionado apuntaba a un ataque hacia nosotros.
Es cierto que en estos últimos días han crecido los bulos vinculados a las personas llegadas en patera…
-Los bulos existen porque tenemos que educarnos. Lo que han logrado los bulos es algo muy bueno porque la gente cada vez cree menos en toda la información inmediata que se da en las redes sociales: las redes funcionan con mucha inmediatez y la inmediatez siempre es irracional. Por tanto, se está produciendo una pedagogía con respecto a la información. Es bueno que existan esos bulos porque así la gente empieza a desconfiar cada vez más de las redes sociales. Hay que confiar más en los medios de comunicación serios y aprender a preguntar por las fuentes.
Desde el punto de vista de la MCM, ¿el papel que está jugando el Gobierno del Estado en la crisis migratoria es suficiente o tendría que implicarse más?
-El Estado no entiende que el fenómeno de la inmigración que llega por patera no va a parar. Como hemos tenido unos parones a lo largo de varios años, ellos piensan que ahora va a ocurrir lo mismo; es decir, que en un tiempo todo parará de nuevo y volverá la normalidad. Pero la normalidad es la de la llegada de las pateras, por lo menos para Fuerteventura, que se encuentra cerca de un continente del que todos los estadistas y economistas señalan que va abocado a la más absoluta pobreza. Al ser nosotros parte de un continente rico, los pobres van a llamar a la puerta de los ricos. Fuerteventura es puerta de entrada de este continente rico, por lo que el Estado tiene que entender que en la Isla tiene que haber el mismo plan que hay en una frontera terrestre, porque esos migrantes no se quedan en la frontera, sino que están de tránsito. Fuerteventura tiene que convertirse en una frontera de tránsito para estas personas que no quieren quedarse aquí. Pero el Estado piensa que esto no continuará y solo pone soluciones inmediatas, para atajar la situación del momento, sin plantear soluciones y proyectos a largo plazo. Todos se basa ahora en parchear como se pueda y, con ello, lo que el Estado demuestra es una falta de conciencia sobre una realidad que no va a parar.
¿Es el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) necesario y una solución a largo plazo?
-El CIE es una buena solución, pero siempre que Fuerteventura cuente con este recurso no solo para unos meses, sino de forma permanente ya que se le puede dar diversas utilidades: cuando no sea atendiendo a las personas que llegan en pateras, podría servir para atender servicios sociales como acoger a familias desahuciadas, extranjeros que quedan deambulando por las calles, indigentes sin hogar,… El CIE sería un lugar apropiado, y tiene opciones para ello, si se convierte en un CAE, es decir, si se convierte en un Centro de Acogida para personas en estado de exclusión.
Entrevista realizada para la edición impresa de El Enfoque de Fuerteventura de julio de 2020.
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