Entrevista realizada por Janey Castañeyra
El doctor José Manuel Toscano, máximo responsable de la gestión covid en Fuerteventura, analiza la evolución de la pandemia en la isla desde sus inicios hasta la actualidad. Tras superar el pico máximo de contagios a mediados de enero, el mes de mayo comienza para los majoreros en semáforo verde y con datos positivos, entre una decena y cuarenta casos de incidencia acumulada, aunque no se descartan repuntes asociados a los reiterados actos festivos de las últimas semanas. Como coordinador de los grupos covid en Fuerteventura, delegado insular de Salud Pública para la gestión de la COVID-19, y especialista en Medicina Familiar con plaza en Puerto del Rosario y formación específica en epidemiología, el doctor Toscano coordina a un equipo de 55 personas en toda isla.
-¿Cómo ha sido la evolución de la pandemia desde sus inicios hasta ahora?
-Ha habido tres olas, y ahora estaríamos en una tercera modificada o cuarta ola. La primera de ellas, a partir de mediados de marzo de 2020, fue de muy baja intensidad, y tuvo una transmisibilidad reducida hasta la segunda ola, que llegó en agosto. Esta segunda ola fue muy breve, de apenas un mes, pero también muy intensa. En la tercera ola se alcanzó el pico de contagios en la isla, a mediados de enero de este año, coincidiendo con la vuelta de las vacaciones de navidad, algo que también esperábamos. Después pudimos comprobar, porque secuenciamos el virus en febrero y marzo en el laboratorio de referencia, que los contagios a partir de enero corresponden a la cepa británica. Con esta nueva cepa, un solo miembro de la familia infectado contagiaba a casi todos los demás, incluso a los niños. Esto es algo que no ocurría en las olas anteriores, en que de cada infección el virus se transmitía sólo a una o dos personas más. Hemos visto que esta cepa es más transmisible y también más letal. Lamentablemente, con esta nueva cepa ha habido más fallecimientos y hospitalizaciones.
-¿Se sabe cómo llegó la cepa británica a la isla? ¿Qué ocurre con las cepas anteriores?
-La ecología de los virus hace que cuando hay un virus más fuerte, más transmisible, desplaza a los anteriores. Aunque en este caso es el mismo virus, que ha mutado para hacerse más virulento. Entró en enero en Fuerteventura, aunque no se sabe a ciencia cierta el origen. A Canarias llegó probablemente en avión, desde el extranjero, la península, o ambos, y en Fuerteventura no se descarta el origen interinsular, porque ahora sabemos que la cepa británica ya estaba en Lanzarote antes que aquí.
-¿Cómo valora la labor de los equipos de rastreo en Fuerteventura? ¿Se ha perdido en el control en algún momento?
-La labor ha sido positiva, porque hemos sido capaces de actuar siempre con inmediatez, a partir del momento en que se detecta un paciente con síntomas. Algo que nos diferencia de otras islas, es que en Fuerteventura en ningún momento se ha perdido el control, y ha sido gracias a que hemos contado siempre con un número adecuado de rastreadores. Por poner un ejemplo, en Alemania se recomendaba un rastreador por cada 4.000 habitantes, y aquí en Fuerteventura tenemos el doble, uno por cada 2.000
-Hemos visto, especialmente en el norte, continuas intervenciones policiales para disolver fiestas, botellones, concentraciones al cierre de los bares. ¿Se relaciona esta situación con un mayor número de contagios?
-Sin duda alguna. Y en este sentido debemos agradecer la labor de la Policía Local, la Guardia Civil, y también la Policía Nacional en la capital, porque sin sus intervenciones estaría todo más descontrolado. Hay una clara relación entre las relaciones sociales y la aparición de casos. Lo hemos visto en el municipio de La Oliva, siendo Corralejo el paradigma de la reunión festiva, pero también en el resto de la isla más relacionado con reuniones familiares. Además, este tipo de situaciones dan lugar a un problema para la labor de rastreo, porque cuando los contagios se producen por incumplimiento de las normas, a veces la gente se muestre reacia a contar la verdad, posiblemente porque temen las consecuencias. En Corralejo nos hemos encontrado también con un grupo de negacionistas que ha dado problemas, porque no podíamos contactar con ellos y se negaban a cumplir la cuarentena. Es ahí cuando intervienen las fuerzas de seguridad.
– ¿Las personas contagiadas y sus contactos pueden estar tranquilos en cuanto a la confidencialidad de sus datos?
-Por supuesto, eso está sujeto al principio de confidencialidad. Los únicos datos que se hacen llegar a la policía son los nombres de quienes deben estar cumpliendo las medidas de cuarentena y aislamiento, y cuando hay indicios de que esas medidas no se están cumpliendo para que los agentes hagan la comprobación, pero nunca su relación con otras personas ni cómo pudo haberse producido el contacto. Eso pertenece a la intimidad entre el rastreador y el paciente.
-Con la sucesión de intervenciones policiales de estas últimas semanas, ¿se espera un incremento de contagios?
-Es posible, pero en todo caso no se detectarían hasta pasados los diez o quince días, que es el plazo medio que tiene el virus para manifestarse después del contagio. Aunque tampoco sabemos si ha habido personas infectadas en este tipo de eventos. Habrá que esperar para saber si hay consecuencias. Hay siempre una calma tensa en este tipo de situaciones.
– Ha habido una cierta alarma social con el tema de la inmigración, ya que muchas de las personas que han llegado han dado positivo. ¿Cómo se ha gestionado?
-La gestión de la población migrante es muy compleja, porque depende de muchas administraciones, la Secretaria de Estado para las Migraciones, las ONG, la Delegación de Gobierno, el Cabildo y nosotros estrictamente desde el punto de vista sanitario. Desde la Consejería de Sanidad, establecemos una serie de recomendaciones de a dónde deben ir los casos positivos, los contactos estrechos, y los que tienen infección pasada, y luego hay una redistribución en una serie de alojamientos. La Cruz Roja se había hecho cargo del Centro de Ayuda Humanitaria de El Matorral, donde enviaron también migrantes desde Lanzarote y Gran Canaria, y con la llegada de pateras cada dos o tres días, el número fue aumentando. Fue cuando el Cabildo cedió la Nave del Queso para concentrar allí los casos positivos y sus contratos estrechos. En un principio funcionó bien, pero llegó un punto en que se juntaron allí hasta doscientas personas, una cifra inasumible. Fue un momento muy complicado.
-Y en ese momento es cuando se habilitan los hoteles…
-Sí. Esta medida está basada en una instrucción del Servicio Canario de Salud, que establece que el aislamiento y cuarentena de los migrantes se resolverá en un establecimiento que cumpla con una serie de condiciones. La Secretaría de Estado de Migraciones ha designado un hotel en el municipio de Antigua, para asegurar que convivan dos personas por habitación, y que no pueden salir porque hay vigilancia de seguridad. De esta manera, es mucho más sencillo mantener el control. Es una medida necesaria, porque asegura que una vez pasado el periodo de cuarentena o aislamiento, estas personas no van a producir contagios cuando regresan a El Matorral, o bien porque ya han pasado la enfermedad, o porque no la han contraído. Es, sin lugar a dudas, el método más seguro para ellos y para el personal que los atiende. Lo ideal sería contar con un lugar habilitado para este protocolo, pero llegado el caso, utilizar un hotel vacío es una buena solución.
-¿Puede asegurar que no ha habido brotes asociados a la migración que hayan afectado a la población local?
-Absolutamente. Lo podemos afirmar con rotundidad. Los brotes que hemos registrado han surgido todos a nivel familiar y en fiestas. Ningún migrante ha generado un contagio a la población. En este sentido, es importante lanzar un mensaje de tranquilidad.