Matías Torres Quesada, 100 años dedicados al emprendimiento (I Parte)

-¿Qué edad tiene y cuándo fue su cumpleaños?
-Tengo 100 años. Los cumplí el 14 de marzo.
-¿De dónde es natural?
-Del valle de Gran Tarajal, en el municipio de Tuineje.
-¿Cómo era Tuineje cuando usted era niño?
-¿Cómo podría ser? Era un pueblo antiguo. Había mucha vida de campo y la gente participaba en las fiestas.
-¿A qué escuela fue usted?
-Iba a la de Gran Tarajal. Empecé a ir a la escuela a los 10 años. Íbamos caminando. Había clases dos veces al día, pero yo solo iba a la de por la mañana. Había que levantarse temprano para estar a las nueve.
-¿Cómo era la escuela?
-No había muchos niños. El maestro se llamaba José González, que fue el primer maestro que estuvo en la escuela de Gran Tarajal. Estuve yendo a la escuela hasta que empezó la guerra, después me tuve que poner a trabajar. Allí dábamos de todo.
-Por las mañanas iba a la escuela. ¿Qué hacía por las tardes?
-Iba a trabajar al campo. Plantábamos alfalfa y, si llovía, cuando la gavia bebía plantábamos trigo. Se plantaban pocas legumbres. Mi hermano se encargaba de las cabras.
-¿Qué anécdota tiene con las palmeras de la finca donde usted se crio?
-Aprendimos a sacar miel de palma. Me lo enseñó un vecino, Juan Oramas, que vivía en la Rosa de Cho’Pancho (en el Valle de Gran Tarajal). Se sacaba de noche o bien entrada la tarde. Se cortaba un poco por arriba para que saliera el líquido, que se conoce como guarapo, y que salía mejor por la noche. Luego llevaba muchas horas de fuego. Yo me encargaba de sacar el guarapo y mi hermana Felisa de guisarlo. Lo compraba la gente del pueblo y los militares que vinieron aquí al principio de la II Guerra Mundial.
-¿Qué recuerda de los militares?
-Una tarde estuvimos haciendo una cueva en Gran Tarajal que utilizaban como refugio.
-¿Cómo era el Gran Tarajal de esa época?
-Era el puerto y un poco más. Había pocas casas y la escuela estaba en un edificio que ya no existe, que se conocía como el edificio de Los Santos, y que estaba mirando para la playa. Es donde ahora se encuentran los Almacenes Cabrera.
-¿Y cómo fue que Gran Tarajal consiguió crecer tanto?
-Porque se empaquetaban muchos tomates y venían barcos al puerto para llevárselos.
-A principios del siglo pasado coincidieron muchos personajes históricos conocidos por los que le quiero preguntar. ¿Llegó a conocer a las hermanas Antonia y Dolores Mateos, también conocidas como las Simonas?
-Sí, conocí a las dos hermanas. Ellas vivían cerca de la casa de mi abuelo y yo las veía cuando iba a visitarlo. Yo era muy niño cuando eso.
-¿Y a Matías López?
-Sí, también lo conocí. De él decíamos que era el amo de El Charco. Le dio vida a muchas fincas. Cuando yo lo conocí era un hombre ya mayor y nunca llegué a hablar con él. Matías López trajo muchos molinos “Chicago” y se colocaron muchos por el sur. Mi padre ayudó a colocar algunos de ellos. En las gavias de la familia en el Valle de Gran Tarajal hay dos que los trajo el propio Matías López y que todavía siguen en pie (tienen más de 100 años y siguen funcionando igual que el primer día).
-¿Se notó el cambio en la agricultura cuando empezaron a funcionar los molinos “Chicago”?
-Sí se notó porque había muchos pozos, pero costaba sacar el agua. Antes la mayoría de los pozos eran de agua dulce y no estaban hondos como ahora. Eso permitió meter otros cultivos. En la finca de enfrente, donde ahora está el cruce de Las Playas, había un cultivo de parras. Allí había parras y construyeron un lagar. El lagar lo convirtieron después en un molino de gofio.
-Otro personaje del momento fue Eustaquio Gopar. ¿Usted lo conoció?
-Sí.
-¿Qué nos puede contar de él?
-Trayendo picón para fabricar bloques, me lo cogió porque decía que el picón era solo para el campo. Eso fue en 1956, siendo Eustaquio Gopar alcalde.

-Usted fue la primera persona en montar una fábrica de bloques en el sur de la isla. ¿Cómo se le ocurrió esa idea?
-Empecé fabricando bloques de cal y de cemento cuando los pedían. Había una máquina de bloques que trajeron al Puerto y cogí y copié el modelo de la máquina. Compré hierros de un barco que encalló en la Entallada, que me los vendieron en Las Playas, y con esos hierros fabriqué la máquina de hacer bloques. Yo tenía las medidas y con una sierra corté los hierros a mano y los agujeros los abrí también a mano con una chicharra. Estuve semanas cortando los hierros. Todo eso lo hice yo solo en un solar que tenía donde ahora está la parte de atrás de mi casa.
-¿Dónde montó la fábrica de bloques?
-En la playa, cerca de la marisma, donde se hizo estaba el almacén de Bonny.
-¿Cómo aprendió a hacer la mezcla para los bloques?
-Aprendí trabajando de peón en una obra en Jandía. Me lo enseñó un canario, maestro Juan, que trabajaba allí de albañil. El dueño de la obra era don Gustavo Winter; estábamos construyendo su casa en Morro Jable. Al mismo tiempo estaban haciendo la casa de Cofete y en Jandía conocí a los albañiles de esa casa, que venían los sábados de Cofete a pasar el fin de semana a Morro Jable. En esa época tendría 18 o 19 años. El que mandaba en Morro Jable era Gustavo Winter y puso hasta la Guardia Civil allá abajo. Una vez uno entró en Jandía, porque fue a ver a la madre que estaba grave, y le dieron una paliza por no pedir permiso para entrar por Matas Blancas donde estaba el guarda.
-¿Escuchó alguna vez algo sobre los submarinos alemanes cuando estuvo trabajando para Winter?
-Lo escuché decir muchas veces, pero nunca vi ninguno.
-¿Qué recuerda de esa etapa en la que estuvo trabajando en Jandía?
-Recuerdo que para ir de Gran Tarajal a Jandía era más rápido ir por la mar en barquillo. También recuerdo que una vez vinimos de Jandía a Gran Tarajal caminando para ir a la fiesta: caminamos la noche entera y parte del día por el camino de Guerime. La ropa la íbamos a lavar a la fuente que estaba por El Matorral y cuando venían los camellos a beber agua, había que dejarlos porque tenía miedo. Íbamos a buscar leña para hacer la comida al Barranco de El Siervo; era una leña distinta a la que hay ahora. En aquella época vivía en el Almacén del Barquillo, cerca de donde estaba la factoría. Morro Jable era mucho más pequeño que Gran Tarajal y la gente de Jandía vivía del ganado y de la pesca.
-¿Y de Cofete qué recuerda?
-En Cofete vivía ya poca gente después de que llegó Gustavo Winter. Recuerdo que una noche de sábado fuimos caminando desde Morro Jable a un baile en Cofete. Fui por las montañas con los que conocían el camino, pero yo iba resbalándome todo el rato. No me quiero ni acordar… Al final, cuando llegamos no había nada. Esa noche dormimos en un pajar.