-Pues no tenían suficiente con el PEIN y ahora van y crean el PICO en la Casa cabildicia-, decía uno de nuestros tertulianos justo cuando me acercaba a ese rincón tan particular donde se desgrana lo que acontece en Fuerteventura.
-¡El PICO!, ¿y eso ahora qué es: la cima de una montaña, un besito a escondidas o que por fin alguno se va a arremangar después de no hacer nada y se va a poner a trabajar?-, preguntó el otro. -Pues mire compadre, la verdad es que la cosa va de obras.
Todavía es un misterio cuáles se van a hacer, porque para eso habrá que esperar hasta el año que viene o el otro, quién sabe, ya que dicen que tienen que mirar la disponibilidad presupuestaria, valorar en qué posición está la tercera luna de Saturno, cómo se encuentran las mareas en el Golfo de México o alguna otra excusa que puedan poner. Es un misterio incluso el número de a cuántas personas dará empleo, sobre todo si uno atiende al nombre con el que el PICO ya se conoce en la calle-, decía el primero.
-¿Y cuál es ese nombre, cristiano?-, preguntaron varios. -Por ahí lo llaman ‘Plan Insular de Colocación’. Sobra decirles cómo serán los criterios…-, lamentó nuestro tertuliano.
-Desgraciadamente-, decía el otro, -es lo que pasa cuando algunos, tal y como es el caso del joven equilibrista, tiene de lectura en la mesita de noche la colección completa de “Libros Rancios de la Política”; ya saben, ese manual tan ilustrativo que te enseña cómo crear vasallos cautivos por un trabajo, aprovechándote de las necesidades de estos tiempos-. -¡Pues vaya! ¡Mire que aprendió pronto el joven equilibrista!-. -¡Ay, amigo!, es que tiene buenos maestros…-.