OPINIÓN. «Fuerteventura, territorio único» por Juan Jiménez

Con mayor frecuencia de la aconsejable solemos asistir a determinadas afirmaciones que, quizás por la forzada costumbre de los hechos dados por ciertos, tendemos a dar por buenas o no rebatibles. Estos poco aconsejables hábitos podemos encontrarlos con frecuencia en el ámbito de ciertos discursos políticos que posiblemente no esperan ser contrarrestados.

Un ejemplo claro de ello lo encontramos aquí, en Fuerteventura, cuando comprobamos cómo en los últimos meses se viene estableciendo con regular sobriedad desde el Gobierno del Cabildo que la Isla se divide en comarcas, cuando realmente no es así, ni mucho menos. Lo más cerca que la Isla ha estado de esa estratificación administrativa es con las mancomunidades de ayuntamientos, con la ya inexistente del norte (Puerto del Rosario y La Oliva) y la actualmente activa del sur (Pájara, Tuineje, Betancuria y Antigua), aun cuando el sistema de mancomunidades municipales difiere en parte en cuanto a fines y objetivos de las comarcas.

La comarca es una entidad administrativa que no existe realmente en Fuerteventura, salvo en el discurso que emana desde el Cabildo, cuando debería ser precisamente esa institución la primera que debería evitarlo, pues con ello está ofreciendo la peligrosa posibilidad de la innecesaria división territorial entre el norte y el sur, circunstancia que nuestra Isla debe alejar, ya que lo que necesitamos es una unidad de acción política en torno a la cobertura de las necesidades y deficiencias que se pueden advertir, independientemente de la localización de las mismas. Además, el Cabildo tiene que ser garante de unidad y mesura, tiene que ser una institución justa y con capacidad de proyección de futuro en relación a la agenda estratégica para las próximas décadas; es decir, sabiendo definir los equilibrios territoriales que permitan un desarrollo armónico del conjunto insular.

Abogo claramente por erradicar ese tipo de ideas rupturistas en la concepción territorial de Fuerteventura, del mismo modo que entiendo que es absolutamente necesario concentrar todos nuestros esfuerzos y recursos en trabajar conjuntamente por los objetivos generales que nos pueden llevar por la senda del crecimiento sostenible y el progreso social. Lo cierto es que esa concepción de nuestra Isla en dos bloques espacialmente definidos no se corresponde con la realidad sobre la que se asienta el imaginario colectivo de la gran mayoría de la población, por lo que meramente estaríamos ante un constructo ilusorio que tan solo levanta problemas innecesarios.

Actualmente existen 115 comarcas en todo el país y solo una en Canarias, concretamente en Gran Canaria. Si algún día se implantan en Fuerteventura sería deseable que se hiciera únicamente con criterios de racionalidad en los objetivos de gestión marcados. Todo ello, siempre y cuando el Parlamento de Canarias así lo decidiera en función de la aplicación del artículo 42 de la Ley de Bases de Régimen Local, calibrando la idoneidad de dicha medida para nuestra Isla.

En todo caso, lo que no podemos permitir es la división territorial por intereses políticos, cuestión que, como alcalde del mayor municipio de la Isla, últimamente vengo observando con preocupación. Fuerteventura es un territorio único y creo que así debe seguir percibiéndose, sintiéndose y, sobre todo, garantizándose.