OPINIÓN. «Juego de Troncos» (I Parte), por Felipe Morales

Después de cinco largos siglos de sometimiento, oprobio y miseria, la Era Oscura acabó y dio paso a la llamada Era del Poder del Pueblo. En ese tiempo luminoso, Isla Seca estaba dividida en seis reinos: Bethencuria (el Primer Reino), Olivaria, Tierra Antigua, Twineshe, Pajarelia y Puerto Capitalis, sede del Reino Común. Cada uno era gobernado por su rey o reina local, pero eran los súbditos de los seis reinos quienes elegían a su Rey Común, que gobernaría Isla Seca durante cuatro veranos y cuatro inviernos. Cada vasallo era libre de señalar a su elegido o elegida entre los propuestos por las siguientes hermandades: la Orden de la Ardilla, La Orden de la Rosa, La Orden de La Gaviota, la Orden Morada y las Pequeñas Órdenes Coaligadas. Según el Libro Dorado de Gobierno, ostentaría el trono el heraldo de la Orden que más votomorfos populares sumase.

Y así, de esa justa manera, se procedió siempre desde los orígenes de la Era del Poder del Pueblo, hasta que un ominoso día las sombras de la Era Oscura empezaron nuevamente a ocultar el sol que iluminaba el Reino Común de Isla Seca. En el sufragio para la instauración del X Reinado, por vez primera fue elegida reina una mujer, Loila I, de la Orden de la Ardilla. Sin embargo, en el mismo instante de su coronación, en la Gran Casa-Palacio de Puerto Capitalis, el líder de la Orden de la Rosa, Blasón de la Costa, anunció que derrocaría de inmediato a la nueva reina, aunque por medios pacíficos, invocando por vez primera la Proclama de Destronamiento prescrita en el Libro Dorado de Gobierno. Así, Loila I gobernó solo durante una luna menguante. Blasón de la Costa, con el apoyo de la Orden Morada y las Pequeñas Órdenes Coaligadas fue encumbrado nuevo rey. Pero un invierno y un verano después, tras saber que algunas Órdenes se confabulaban para deponerlo y, acosado además por el Tribunal de Suprema Justicia, antes de ser ejecutado, optó por abandonar el Trono de Piedra, aunque recibiendo protección por parte de Sir Ángel de la Victoria, Señor de las Torres, Líder Supremo de la Orden de la Rosa y Emperador de las Hespérides, de las que Isla Seca formaba parte, el cual le otorgó el Segundo Sillón en el Consejo del Tesoro en su Gobierno, aunque para ello mandó decapitar a su anterior ocupante. Blasón de la Costa, no obstante, juró ante los dioses que retornaría algún día a Isla Seca para recuperar su trono…

Para conformar un nuevo gobierno, las Pequeñas Órdenes Coaligadas impusieron que uno de sus líderes ocupara el Trono de Piedra, algo que la Orden de la Ardilla y la Orden de la Gaviota aceptaron resignados para poder ser nombrados Consejeros del Reino, y así, Serguei del Sur fue coronado como rey de Isla Seca a pesar de haber sido el que menos votomorfos recibió por parte de los súbditos. Era el tercer rey entronizado en solo dos inviernos y dos veranos.

Pero nadie sospechó lo que se iba cerniendo durante su reinado… Serguéi quedó deslumbrado con el proyecto del comerciante Antonie de Puerto Nuevo, Señor de las Academias, de construir la “Ciudad de los Sueños” junto a las Dunas Sagradas, con la inverosímil promesa de llenar de gloria y riquezas a Isla Seca. Tanto la ex reina Loila como Jeisi-Ká, Lengua de León, de la Orden de la Gaviota, le negaron su apoyo en esta decisión, y el rey Serguei del Sur invocó el Poder del Cangrejo, que no había sido conjurado en muchos siglos, por el cual proclamó que gobernaría sin el favor del pueblo, complaciendo los deseos de Antoine de Puerto Nuevo, expulsando a los Consejeros de la Orden de la Ardilla y ninguneando a los de la Orden de la Gaviota, que determinaron por ello abandonar el Consejo Real. Por el Poder del Cangrejo, Serguei del Sur nombró Mano del Rey a Lord John Nicholson, Señor de los Mil Partidos, que al igual que los dos miembros de la ahora denominada Desorden Morada, fue declarado también traidor por la suya.

Serguei del Sur, el rey sin pueblo, y Lord John Nicholson, reverso del resplandor, iniciaron así su gobierno medieval.