Que la desigualdad entre mujeres y hombres existente en la actualidad es un hecho incontestable. A las mujeres se les continúa asignando principalmente las responsabilidades en el ámbito privado y doméstico y a los hombres en la esfera pública, generando una jerarquización en las relaciones y en la posición social de las mujeres y los hombres. Este es uno de los principales problemas que enfrenta actualmente a la sociedad en pleno siglo XXI. Esta deformación no es algo único de nuestro país, sino un problema generalizado en una importantísima cantidad de naciones del mundo. Es obvio que en este sentido se han conseguido algunos avances, pero son claramente insuficientes. No estoy hablando solo de la “desigualdad laboral y salarial”, que sin duda existe y es lesiva para la mujer, estoy también haciendo referencia a que a la mujer apenas se le considera en otros espacios públicos como, por ejemplo: ocupar altos puestos en empresas públicas y privadas, tampoco en responsabilidades políticas de primer nivel. Es hora de entender que hay que evaluar a las personas por su talento, por su disposición, por sus capacidades y en ningún caso por su género ni por su edad. Aunque parezca exagerado, aún hoy en día a la mujer no nos ven como iguales, sino que nos ven como alguien más débil y, por consiguiente, inferior.
Desde mi punto de vista es el momento de comenzar a abandonar el discurso erróneo de la discriminación “positiva”, un término que ni tan siquiera debería utilizarse, porque la discriminación nunca es positiva ni negativa. Es discriminación y no debe existir en ninguna forma. Los poderes públicos tienen que continuar promoviendo medidas tendentes a conseguir la verdadera igualdad de género y de oportunidades; pero, sin duda también, cada uno de nosotros podemos aportar nuestro “granito de arena” para hacer realidad este importante objetivo. Porque conseguir la plena igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres constituye hoy en día el elemento vital de la construcción política, social y económica de las sociedades democráticas y, como tal, representa un reto aún por conquistar.