Acostado a la sombra de una mesa de noche, las palabras y la imaginación vuelan en el interior de una pila de libros deseosos de ser redescubiertos y vividos como lo han hecho los dedos y la mente que lo escribieron. Tocados por la emoción viva del escritor, se muestran ante los ojos del presente lector con el claro deseo de ser arropados por la lectura de las palabras que guardan celosamente en su interior. Y así, unidos por ese anhelo de encuentro entre libro y lector, el contoneo de las cubiertas de diferentes colores y tamaños aceleran el ritmo de las pupilas del que se sabe descubridor de un verdadero tesoro literario. La noche, que cae plomiza sobre la cama, preludia el paso al corto reino del silencio solo roto por los murmullos apenas audibles por aquel que elige viajar junto a ellos. La lucha entre libros y lector por dirimir cual será el elegido antes de que Morfeo diluya las palabras en imágenes difusas movidas entre la ficción y la realidad comienza a desatarse. El lector, embriagado por ese anhelo intencionado de ser cubierto por el maná que baña las emociones de viajar al mundo de las palabras y emociones contenidas en papel, selecciona de entre aquellos que apila en una caja reposada en la cabecera de su cama, los que más se ajustan a su estado de ánimo en ese momento de ensoñación. Sin embargo, la duda no parece atenazar sus ganas de adentrarse en el mundo de los sentimientos y emociones que promueve la lectura.
Con gesto de inquietud contenida y llevado por esa necesidad de profundizar sobre el “milagro” de la vida y el lugar que ocupamos en el planeta que nos da cobijo, cae en sus manos, Breve historia de la Tierra con nosotros dentro, de Juan Luis Arsuaga, el cual, como muchos otros paleoantropólogos, le hace reflexionar sobre nuestra propia existencia. Pero…con el libro de Arsuaga todavía en una mano, el lector se distrae con un pensamiento fugaz que muestra igualmente una preocupación constante del ser humano preguntándose ¿y el tiempo?. Bajo esta reflexión vierte la vista hacia el libro de Proust, Por el camino de Swann, en un intento de adentrarse en la búsqueda del tiempo perdido. Es en ese momento cuando el lector es consciente de los dos elementos esenciales que han entrado en juego, tiempo y existencia, los cuales le conducen a un callejón de más preguntas que respuestas. Todo parece presagiar la entrada de Ficciones, de Borges, con sus mundos ficticios y sus realidades alternativas. Existencia, tiempo, ficción, ¿qué más puede albergar una noche de insomnio para un lector?
Las horas trascurren rápidas y el sueño pide paso a ese mundo surrealista propio de cualquier bretoniano que trata de encontrar una explicación a la imaginación y la realidad contenida en el disco duro de nuestra memoria. La noche se pierde en una maraña de pensamientos y no se puede dejar que Hypnos atrape ese momento inigualable entre libro y lector. Llega el momento de conocer los demonios que azotan a los escritores, de adentrarse en el por qué de sus palabras y pensamientos, de los ojos y formas de mirar y sentir su tiempo y denuncia en la sociedad que les ha tocado vivir, en definitiva, de conocer todo aquello que los asfixia, atrapa o libera. Y bajo un prisma de diversas interpretaciones llega a las manos del lector La campana de Cristal, de Silvia Plath, así como En el corazón de las tinieblas, de Conrad. Y con estos mimbres, todo vuelve al principio de este viaje donde la imaginación, las emociones, las reflexiones y los sentimientos nos llevan al puerto de lo que somos o lo que podemos llegar a ser con la lectura de los libros. “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”, Emily Dickinson.