Este año, la Navidad en nuestro municipio se sintió más fría y vacía que nunca. En lugar de la alegría que suele acompañar a estas fiestas, se respiraba una tristeza palpable en cada rincón. Las calles, que antaño se llenaban de luces color, lucían desoladas, reflejo de una economía que lucha por mantenerse en pie. La Cabalgata de Reyes, esperada con tanto fervor por los más pequeños, fue una mera sombra de lo que debería haber sido; un evento que solía llenarnos de ilusión, se redujo a una parodia pobre: con un desfile de coches y sin rastro de camellos, la sensación de que algo tan básico como la magia de la Navidad ya se nos ha escapado.
Sigue siendo dolorosa la situación del deporte, un pilar de nuestra comunidad, que atraviesa sus horas más bajas: el Tarajalejo sigue luchando por abrir su campo, canchas cerradas, polideportivo con gradas precintadas, directivas que se resisten y, como si esto fuera poco, se suma que por primera vez en la historia que CC y PSOE se cargan las escuelas deportivas. El deporte, que hasta hace dos años era un orgullo en nuestro municipio, se diluye sin remedio.
Las obras se eternizan y los proyectos se quedan a medio hacer (centro cultural Tesejerague), mientras las aceras y las calles se deterioran, con baches que representan un riesgo diario. Los espacios públicos también están en abandono y el gobierno es incapaz de resolver los problemas, dejando a la población con un sentimiento de desamparo.
La seguridad, uno de nuestros pilares básicos, está en entredicho. La sensación de inseguridad ha aumentado, ya que la vigilancia en las calles se ha reducido por la falta de efectivos. Y la respuesta del Gobierno municipal es insuficiente, lo que alimenta aún más la desconfianza de los ciudadanos.
Los pueblos que antes eran ejemplo de limpieza y cuidado hoy están sucios y abandonados. Con basura acumulada, parques descuidados y una sensación generalizada de que ya nadie se preocupa por lo que ocurre fuera de los despachos. El gobierno de CC y PSOE ha dejado a sus propios ciudadanos a la deriva, sin recursos y sin respuestas. Este retroceso no se trata solo de recursos, sino de respeto y derechos.
Lo que estamos viviendo es un golpe directo al corazón de quienes amamos este lugar. Por mucho que nos duela, el Municipio está en claro declive y el tiempo para reaccionar se agota.