Texto: Janey Castañeyra
El Aeropuerto de Fuerteventura no da la bienvenida a visitantes y turistas como lo hiciera años atrás. Tras la privatización parcial de Aena en 2015, y transcurridos ya dos años de pandemia, los servicios que presta y las condiciones del personal en la principal infraestructura de la Isla se han resentido gravemente, como denuncian los representantes del personal.
La intensa calima del mes pasado dio lugar a unas cristaleras sucias durante semanas, y comenzaron a aparecer también imágenes del deterioro en las plataformas de acceso a los aviones y de la suciedad en las instalaciones. Fue a raíz de una nota de prensa emitida por Coalición Canaria a principios de febrero, denunciando “el abandono y precariedad”, que la situación en el Aeropuerto de Fuerteventura se puso de manifiesto ante la opinión pública, obligando incluso al ente gestor, Aena, a reaccionar mediante un comunicado. Pero los trabajadores no se dan por satisfechos, al entender que estas deficiencias son solo la punta del iceberg.
Los más de tres millones de pasajeros registrados en 2021, unos buenos resultados en plena pandemia, señaló la formación nacionalista, “no se corresponden en absoluto con la situación del aeropuerto”, en la que “cualquier pasajero se encuentra cada día con basura acumulada, cristales negros de tierra y suciedad, o estructuras oxidadas, incluidos los pasillos para embarcar, con el peligro que esto supone”. También llamó la atención Coalición Canaria sobre el cierre de la Tienda de Artesanía, la pérdida de la pista de aterrizaje de contingencia y las carencias en los servicios sanitarios, al no contar ya el aeropuerto con médico ni ambulancia.
Pero según explica Javier López, delegado en el aeropuerto majorero del sindicato Comisiones Obreras, “para nosotros es patente que los políticos no tienen demasiada idea de lo que es la situación real en el Aeropuerto. Es muchísimo más de lo que se menciona y viene de más atrás”. Y añade Antonio Callau, desde el Comité de Empresa de Groundforce, que presta servicios de handling, que “los partidos políticos van cambiando en el Gobierno de Canarias, en el Cabildo y en el Estado y la situación sigue siendo la misma”.
Los sindicatos denuncian que los servicios prestados por Aena se adjudican generalmente a las subcontratas que hacen la oferta más barata. Por ejemplo, en cuanto a la limpieza del aeropuerto majorero, se han unido dos expedientes: la limpieza de todas las instalaciones y la retirada de residuos urbanos y recogida de carritos. El servicio ha empeorado y lo confirman fuentes del Cabildo en el sentido de que en el aeropuerto no se recicla, habiendo llegado a rechazar los residuos de los aviones por venir todos mezclados unos con otros. “Son habituales las llamadas por suciedad en las pasarelas por las que desembarcan los pasajeros”, trasladan los sindicatos, habiéndose presentado incluso demandas ante la Inspección de Trabajo.
Tras la repercusión que tuvieron las denuncias de los trabajadores en los medios de comunicación, Aena emitió un comunicado defendiendo la calidad y la seguridad del aeropuerto, achacando la suciedad a la calima y anunciando una inversión de 210.000 euros para pintar las estructuras oxidadas este año. Incluso el presidente del Grupo Aena en Canarias, Mario Otero, convocó a una reunión a los trabajadores, “algo que no había hecho durante años”, y en la que los presentes relataron que les recordó el código de conducta de la compañía y tachando sus protestas de “deslealtad”. La reacción incluyó también que los servicios de limpieza se intensificaran esas semanas, pero sin que la empresa que presta el servicio incrementara el personal, sino redoblando las horas de trabajo de una plantilla que se ha reducido en los últimos años. “Al final, los trabajadores pagan siempre el pato con una sobrecarga de trabajo”, lamentan y entienden que estas medidas son parches para un problema estructural.
Sin ambulancia ni personal sanitario en el aeropuerto
Según el cuadro de turnos al que ha tenido acceso EL ENFOQUE, hay días enteros en que el Aeropuerto de Fuerteventura no cuenta con ningún efectivo sanitario. Actualmente, la plantilla se reduce a un enfermero o enfermera que presta servicio en las instalaciones a través de una empresa de trabajo temporal. Este servicio contrasta con el funcionamiento años atrás, a través de un contrato con una clínica de Puerto del Rosario, que mantenía activados de manera permanente en el aeropuerto a profesionales médicos y de enfermería, y contaba con una ambulancia por si fuera necesario hacer traslados al hospital.
El hecho de no disponer de personal sanitario podría dar lugar a que se pierdan vidas en las instalaciones. Por ejemplo, denuncian los sindicalistas, las escaleras mecánicas entre el control de seguridad y la zona de embarque nacional e internacional no se ha adaptado a los requisitos de seguridad, después del cambio de normativa. Debido a su pronunciada pendiente, los sindicatos relatan que son habituales las caídas en esa zona. Antes de la pandemia, llegó incluso a producirse un fallecimiento, al caerse un pasajero por las escaleras. También murió hace años otro pasajero alemán que sufrió un ataque al corazón. La tripulación del avión lo reanimó en primer lugar, pero murió en un segundo infarto en la pasarela, en un momento en que no había personal sanitario en el aeropuerto. Este problema sí tiene solución, entienden, porque por ejemplo Aena cuenta en el Aeropuerto de Tenerife con un médico propio por convenio.
Las carencias del aeropuerto se hacen patentes en momentos determinados, tal y como ocurrió el pasado 26 de febrero. En torno a las 21:00 horas, coincidiendo con la caída del suministro eléctrico en el sur de la Isla, los equipos de emergencia del aeropuerto (Sistemas de Alimentación Ininterrumpida) no funcionaron correctamente y se fue la luz tres veces seguidas. Saltaron todas las palancas y el único técnico electricista trabajando en ese momento tuvo que recorrer todo el aeropuerto para hacer las reparaciones una a una, a lo largo de una hora.
El apagón coincidió con el regreso a tierra de un avión, que tuvo que dar la vuelta por los problemas de salud de una pasajera. Ese avión se quedó sin luz en la plataforma, la zona de estacionamiento, y la enfermera ya no estaba, por lo que fue necesario llamar al 112 para que enviara una ambulancia y poder atender correctamente a la mujer. Las consecuencias no fueron a más, al ocurrir esto durante la noche, con un único avión operando en ese momento. Sin embargo, sí ha habido ocasiones en que los apagones se producen en hora punta, provocando que el aeropuerto haya tenido que funcionar con lápiz y papel, con pizarras escritas a mano para indicar a los pasajeros las puertas de embarque.
Los cuadros eléctricos del aeropuerto majorero son los que en su día retiraron del aeropuerto de Barcelona. Los camiones de bomberos son también de segunda mano: llegaron de Tenerife cuando allí se compraron nuevos. Por estas y otras situaciones, “parece que a Fuerteventura nos consideran un aeropuerto de segunda categoría”, lamenta Javier López, desde Comisiones Obreras, y solicitan la unidad y la movilización de todos los partidos políticos de la Isla.
Peores servicios en una entidad con beneficios
Mario Cabrera, secretario insular de CC y parlamentario regional, valoró que es “una imagen lamentable para un aeropuerto internacional, ya que es nuestra puerta de entrada para los turistas”, y entiende que “la situación no es nueva. Lo hemos denunciado en numerosas ocasiones en el Parlamento de Canarias”. En su opinión, el origen de los problemas está en la privatización de Aena y se remonta también a su etapa como presidente del Cabildo (2003-2015), cuando “teníamos contacto directo con los directores insulares del aeropuerto; ahora hay un único representante para toda Canarias. No tenemos hilo directo con el Ministerio de Fomento y eso explica una parte del problema”. La gestión podría mejorar, entiende Cabrera, si el Gobierno de Canarias contara con un representante en el Grupo de Aena en Canarias.
Por otro lado, las denuncias sindicales a nivel nacional, analizando los balances de Aena a raíz de la privatización del ente en el año 2015, cuestionan que la decisión adoptada por el Gobierno de Mariano Rajoy fuera un buen negocio para el Tesoro, pues en 2019 el beneficio neto acumulado por la compañía, es decir, transcurridos cuatro años desde su privatización parcial, era equivalente al beneficio que obtuvo el Estado por la venta del 49% de las acciones.