OPINIÓN. «Mariquita el que lo lea», por Felipe Morales

El pasado domingo se clausuró con éxito la 1ª Feria del Libro de Papel de Fumar de Fuerteventura, que tuvo carácter internacional. Esta primera edición estuvo dedicada a la literatura de Afganistán, por ello el lema de la Feria fue: “Yo leo lo que me da la afgana”. El invitado de honor fue un tal Ibán, de cuyo apellido no quiero acordarme.

El célebre poeta Ibrahim Palomo, nacido en Sevilla, pero malcriado en Kabul, estuvo a cargo del discurso de inauguración, que consistió en una reflexión lírica y filosófica en torno a esta idea: “Si los árboles no nos dejan ver el bosque, y en Fuerteventura no hay árboles, ¿por qué en esta isla no vemos el bosque?”. Los asistentes compraron sus libros para conocer la respuesta a tan enigmática premisa y luego fueron a ver si podían ver el bosque desde El Matorral.

Representando a la India acudieron los escritores: Alabin Alabán y Alabin Bon Ban, que presentaron su ensayo conjunto “Tierras Raras”, pero nada más empezar su disertación fueron abatidos por un misil tierra-tierra financiado por todos los majoreros y que fue lanzado desde el estratopuerto de Los Estancos.

El stand de novela erótica fue sin duda el más visitado y en él firmaron sus obras autores muy sobrecalientes como Mohame El Jigo (Mauritania), Yotoco Tucuca (Japón) y Chao Chochín (China), cuya novela “Cuanto más turbada estoy más relajada me siento” fue la gran triunfadora de la Feria.

La literatura infantil también tuvo su protagonismo, con el premio “Mariquita el que no lea”, ideado para promover la lucha contra el acoso escolar, y que se le otorgó a la escritora brasileña de cuentos infantiles María Comparsa de Pernambuco, autora de bestsellers como “El sarantontón zampabollos, que si no come se convierte en tollo” o la guía para alimentar bien a tus hijos “Si no comes te arranco un brazo”.

En la sección de novela romántica destacó el autor portugués António Sal Chicha, que presentó su primera obra, “Todo el mundo folla menos yo”, con la que lectores de todo el mundo se han sentido identificados.

La historiadora argentina Olvido Vital presentó su biografía “Memorias Completas de una Historiadora”, pero comentó que en ese momento no se acordaba de nada y adelantó su vuelo de regreso a Buenos Aires para esa misma tarde.

La Asociación de Usuarios de Bares y Cantinas (ASUBACA) presentó el manifiesto “Unámunos contra Unamuno” e hizo una quema de sus libros. Este acto de protesta fue respetado por la organización al considerarlo una expresión de libertad de pinzamiento.
Lectores de todo tipo se acercaron a los stands ubicados en la plaza, entre ellos un lector de códigos QR, que compró un libro de poesías dedicadas al Queso Rayado (QR), y un lector de CD, que optó por una antología de cuentos para disléxicos (CD).

Amantes de la lectura de diversas partes del mundo viajaron hasta nuestra isla para asistir a la Feria. Por ejemplo, Luis y Ana vinieron de Luisiana exclusivamente para conocer a Ana Luisa R., autora del libro de autoayuda titulado “¡Analuísate! Mi método para analuisar tu vida”.

El premio al lector más perseverante fue para Leo Poco Ramírez, que no se ha leído un libro en 30 años, pero que no renuncia a intentarlo, prometiendo empezar a leer un día de estos. La concejala de cultura alabó entusiasmada el que no hubiera tirado la toalla en tres décadas y le hizo entrega de un lote de libros publicados por el Cabildo entre 1986 y 1994 que estaban guardados en la nave.

El último día de la Feria, la organización realizó un homenaje a las librerías de aceite y vinagre de Puerto del Rosario y en representación de todas ellas se hizo un reconocimiento al matrimonio Jacinto El Pispo y Pacuca La Berrenda, propietarios de la más antigua de todas. Sin embargo, ambos manifestaron que ese reconocimiento les resbalaba, pero no por desconsideración, sino por culpa del aceite.

A las ocho de la noche, hora de Afganistán, los consejeros del Cabildo Funicular y los ediles de los seis coyuntamientos clausuraron la Feria tras visitar los stands, los no stands y los puestos de queso curado y papas con mojo que inundaron la plaza esos cuatro días.