REPORTAJE. «Cientos de familias majoreras esperan por la ayuda de Dependencia» por Janey Castañeyra

Texto: Janey Castañeyra

Cientos de familias esperan en Fuerteventura por la valoración necesaria para obtener la ayuda de Dependencia. La legislación española, vigente desde 2008, reconoce el derecho a recibir asistencia a personas que por su condición o estado de salud necesiten de algún tipo de prestación de servicios o ayuda económica, un proceso en que Canarias se encuentra históricamente en los últimos puestos a nivel nacional. Según la Ley, el plazo máximo de resolución de esta solicitud es de 180 días, tres meses. Pero son habituales los casos en los que la ayuda se ha llegado a demorar hasta tres y cuatro años. En Fuerteventura no es distinto y, según el último dato conocido de febrero de este año, eran 392 las personas a la espera de la ayuda en la isla majorera. Son familias en las que alguno de sus miembros tienen por ejemplo algún tipo discapacidad, personas mayores que ya no pueden valerse por sí mismos, con alzhéimer o diagnosticadas de enfermedad mental.

El padre de Inma de Saa, vecina de Tuineje, Lucas de Saa Cubas, falleció a los dos meses de resolverse su expediente. Le había dado un ictus y, tras solicitar la ayuda, se vino a resolver “más de tres años después. Por el grado de dependencia de mi padre, un 50%, la empresa que gestiona el servicio nos asignó a una persona de acompañamiento tres horas al día, tres días a la semana, a las tres de la tarde ¿Para qué queremos que acompañen a mi padre a la hora de la siesta? No libera a mi madre para nada, que tiene 85 años, ni te ayudan en el aseo… Es lamentable”. Todo ello después de un engorroso proceso burocrático, en que “vinieron hasta cuatro veces desde Gran Canaria. Que si enfermeros, que si asistentes sociales, que si personal de la Comunidad… Es un gasto que no se entiende, un derroche de dinero. Mi padre fue taxista, trabajó en el Sáhara español, cotizó durante 40 años y ni siquiera le quedó una pensión digna, que no llega al salario mínimo”. Inma y sus hermanos consideraron que “hay muchas personas mayores en peor situación que la nuestra”, por lo que, finalmente, “decidimos renunciar a la ayuda. La Dependencia nos la dieron en mayo y mi padre falleció a los dos meses. Ni nos dio tiempo a decir que no”, lamenta.

El lado del terapeuta. Laura Figueroa, terapeuta ocupacional, explica la situación desde el punto de vista de los profesionales que atienden a las personas dependientes y los problemas que tienen “sobre todo las islas no capitalinas. La mayoría son personas mayores, pero no hay un buen transporte público. Las familias acaban recurriendo muchas veces a servicios privados, también cuando sus hijos con discapacidad no tienen donde ser atendidos”, especialmente cuando cumplen los 21 años y salen del sistema escolar.
Este es el caso de Engracia Sarmiento, con dos personas dependientes a su cargo: su hijo Sandro, de 22 años, con retraso madurativo y un 75% de discapacidad reconocida, y en trámites para ser la tutora legal de su cuñado Pedro, (61 años), con síndrome de down y alzheimer. Solicitó la ayuda de Dependencia para Sandro “hace cuatro años y pico. En principio me vino denegada, pero después de reclamar, me la concedieron, y el mes pasado me ingresaron la primera cuota. 459 euros después de cuatro años y no sé si será así todos los meses, porque creo que la ayuda es menos. Me dijeron que era con carácter retroactivo, pero no sé qué va a pasar, porque yo me llevo haciendo cargo todo este tiempo de todo lo que necesita, logopeda, piscina, clases particulares, pedagogo, música…”.

Como Sandro se encuentran muchos jóvenes de la Isla con discapacidad, que tras cumplir la mayoría de edad, y al salir del instituto a los 21 años, se encuentran con que no hay plazas en los servicios para ellos. “Tanto por mi hijo como por muchos más, estamos luchando para eso. Pero tampoco quiero un centro de día, porque su discapacidad no es tan grande”. Engracia considera que “para mi cuñado Pedro ya estoy preparada, porque me llevo haciendo cargo de él desde hace 14 años, desde que fallecieron mis suegros”, de modo que su mayor preocupación es su hijo, ya que “con la ayuda adecuada, Sandro podría defenderse solo e, incluso, encontrar un trabajo”.

Sarmiento está en contacto con la asociación de Discapacitados Adivia para encontrar una solución para su hijo. El Centro de Formación El Mundo a Tu Alcance Diferentes e Iguales gestiona un programa de entrenamiento en habilidades socioeducativas para personas con discapacidad mayores de 21 años, en el marco de una subvención a la Asociación Adivia que financia el Cabildo para complementar el servicio de los centros ocupacionales, escasos de plazas.

Tania Azurmendi, trabajadora social, y personal del Centro, explica que “los jóvenes con discapacidad moderada o severa están en enormes dificultades. Hasta que no les dan la valoración, no pueden hacer nada, y la media de espera son dos años. Se quedan tirados porque no pueden ni optar a ayudas, ni tampoco buscar trabajo con el apoyo del certificado de discapacidad”.

Felipe Pérez es otro vecino de la Isla que perdió a un familiar a la espera de la ayuda. Tras tres años cuidando de su tío, dependiente después de que le diera un ictus, falleció hace tres meses. “En mi caso, la ayuda no llegó a tiempo. Me llegó la resolución el 15 de septiembre, 23 días después de fallecer mi tío. Les dije que muchas gracias, pero que llegaban tarde, que ya no hacía falta”. Pérez deduce de sus conversaciones durante los trámites “que la lista de espera se está reduciendo porque cuando inician los expedientes, muchos solicitantes ya han muerto”. Como trabajador de la Residencia de Mayores de Casillas conoce bien la situación, considera que hay que destinar más recursos, puesto que la población está envejeciendo y cada vez son más las personas que lo necesitan, y apunta como problema a resolver la burocracia, porque “no se entiende que nos hagan hacer mil papeles cuando podrían pedirlos de manera interna, dentro del mismo ayuntamiento o entre el ayuntamiento y el Gobierno de Canarias”.

Las infraestructuras sociosanitarias insulares. El Cabildo de Fuerteventura juega su papel en la atención a personas con dependencia reconocida, como mayores o discapacitados, a la hora de prestar servicios de residencia y centros de día u ocupacionales y de rehabilitación psicosocial, también financiando programas de asistencia a través de entidades sociales, como ocurre en el ámbito de la salud mental, o en materia de menores, gestionando las casas de acogida.

El consejero de Políticas Sociales del Cabildo, Adargoma Hernández, hace un repaso de los servicios e infraestructuras sociosanitarios de Fuerteventura, anunciando en primer lugar que la nueva Residencia Insular de Mayores, que se está construyendo en el Barrio del Charco, en Puerto del Rosario, estará terminada en los próximos meses, con la idea de abrir sus puertas el próximo año, «en cuanto tenga toda la documentación en regla por parte de la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias». La Residencia de Casillas del Ángel cuenta actualmente con 60 plazas, que se amplían a 107 en las nuevas dependencias, una cifra que supera ampliamente a la lista de espera, de modo que inicialmente «no se habilitarán las nuevas instalaciones al completo». Detalla el consejero que la nueva Residencia ofrecerá plazas «de respiro familiar, de urgencia para sí decirlo, para atender puntualmente a personas cuando los familiares tienen que ausentarse por cualquier motivo». Además, «dispondrá de una residencia de día, un avance, ya que actualmente en Puerto del Rosario no hay ninguna».

Sin embargo resta todavía por desbloquearse otra infraestructura largamente esperada, como es la Residencia Sociosanitaria de Gran Tarajal, prevista en el Plan Insular de Infraestructuras del área, y que contempla ofrecer servicios de residencia para personas mayores, centro de estancia diurna, y centro de día de personas con discapacidad intelectual. Para superar la problemática del suelo que no termina de resolverse con el Ayuntamiento de Tuineje, y terminar con el baile de propuestas para estas dependencias entre El Aceitún o El Palmeral, el Cabildo se ha decantado por esta última mediante su declaración en pleno de interés insular.

La Institución ha informado también sobre la nueva Residencia Insular de Salud Mental, a ubicar en Puerto del Rosario, que cuenta con proyecto redactado y en fase de supervisión, con la expectativa de licitar las obras en los próximos meses. «También trabajamos paralelamente» –añade Hernández- en el acondicionamiento de la residencia de día Josefina Pla, en Corralejo, gracias a la cesión del inmueble desde el Ayuntamiento de La Oliva».

El consejero considera que el Cabildo cumple sus funciones considerando las circunstancias, aunque reconoce que «debemos mejorar muchas cosas todavía». Llama la atención sobre la problemática en materia de personal, «sobre todo a raíz de la pandemia, porque la mayoría de personal sanitario ya está trabajando», por lo que «hemos pedido ayuda al gobierno regional a través de un convenio». También agradece la prestación de servicios por parte de las entidades sociales, como ocurre, por ejemplo, en materia de salud mental, con la asociación Asomasamen, «haciéndose cargo de las dependencias de acogida, mientras se concreta la nueva residencia programada en la capital».