OPINIÓN. «Hasta siempre mi capitán» por Alejo Soler

Extraña mañana envuelta en un manto negro sin estrellas ni astros visibles. La última luz de la existencia de aquel que se debatía en la fina línea de la vida, dejó de brillar en nuestro espacio terrenal para formar parte del firmamento y de nuestros corazones. Murmullos de desesperanza se debaten en formas cóncavas y convexas de pensamientos baldíos envueltos en formas de aire irrespirable. Nadie podrá decir que no luchaste atando los bigotes del tigre que venía cargado de agujas y batas blancas que pensaste que te estaban devorando cuando sólo querían insuflarte un momento más, un instante más, un tiempo más. Hoy, en este frío duelo que nos reta la mañana, tú, que nos enseñaste el noble arte de pescar, empatas tu vida con los hilos que te unirán para siempre al hogar recordado de tu familia largamente ausente. Te prometo presencia en tu ausencia, pues al pasar la llave maestra que consigue abrir la caja de nuestros corazones, aún seguirás vivo en el recuerdo de los tiempos que disfrutamos juntos, que fuimos felices, aquellos que conseguimos atrapar y que siempre formarán parte de la historia de lo que fuimos, somos y seremos. No te vayas triste papá, pues te aseguro que tu luz y energía seguirán brillando en el hueco hecho y añorado de aquel que se cobija en el lado izquierdo de nuestro pecho. La existencia viva de tu imagen, la imagen de la familia que formaste, aquella que conseguiste sembrar en esta tierra, te recordará en cada vaivén de las olas que bañan las costas de una mar que has sentido tuya hasta tu última oportunidad en el interior de tu alma. Y así, en el imaginario que tienen los buenos pensamientos que te llevan a la única época que debe ser vivida, la infancia, el retrato de las costas majoreras nos conduce a las mañanas de pesca en las que me enseñaste el noble arte de empatar anzuelos embriagados del deseo de capturar los sueños.

Y ante el indefinido tiempo de la despedida en tu irremediable partida, saludo tu marcha con un hasta luego Centauro del Desierto, sigue cabalgando a lomos de tu caballo imaginado por las tierras del oeste que tanto te gustaba idear, inventando mundos de fantasía en forma de cowboy explorando las tierras yermas de Tuineje. Adiós cazador de valles y montañas, sigue atrapando las ilusiones de lo que aprendiste en la vida para poder seguir siendo un niño hecho hombre en tu pequeño mundo. Hasta la próxima, fiel reflejo de integridad, de convicciones difíciles de entender, de pensamientos propios imposibles de adivinar que atesorabas en el conocimiento del cajón de los largos silencios. Adiós Capitán, cruza tranquilo el lago de los que solo esperan con consuelo el encuentro con los suyos y dile al barquero que te guíe a la dulce tierra de los que mantendrán vivo su nombre en la eternidad. Y así, en el claroscuro del entendimiento de lo pequeño que somos y el espacio que ocupamos en este mundo, tu familia te seguirá abrazando en el pensamiento y el recuerdo de los justos que solo encuentran consuelo y agradecimiento en el amor mutuo y sincero. Henchidos nuestros corazones del amor que te seguimos y te seguiremos profesando, te decimos, hasta siempre papá.

<<A mi padre in memoriam>>