OPINIÓN. «Sin bandera», por Alejo Soler

Definición de Bandera: “Tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución”. RAE.

Comienzo este artículo con la definición que hace la Real Academia Española, de la palabra “bandera”, con el objeto de reflexionar sobre el simbolismo, las motivaciones y “sentido patrio” que envuelve el pensamiento de una gran parte de la sociedad que se siente identificada en diversos aspectos con los colores y símbolos contenidos en las banderas. Y es que más allá del sentido de pertenencia a un lugar concreto, las banderas se muestran como símbolos que intentan transmitir valores para crear identidades que no siempre son incluyentes dependiendo de quien las enarbole. Por tanto, independientemente del significado “oficial” que contenga los elementos que componen las banderas, me pregunto si estas tienen la misma connotación para el conjunto de la sociedad y si son relevantes e incluyentes a todos los pensamientos, identidades y condición social.

La historia de las banderas parece tener un origen salido de las guerras navales y terrestres. Sus diseños y colores debían ser visibles desde la distancia con el objeto de identificar, ante situaciones principalmente de peligro, si eran del bando amigo o enemigo. Sin embargo, la concepción y significado de colores y formas cobran un sentido distinto en función de la historia e idiosincrasia de cada país. Por ejemplo, en China, Corea y otros países asiáticos el blanco es el color del luto mientras que en la cultura occidental se usa el negro con el mismo significado. Por tanto, la plasmación de colores en las banderas trata de trasmitir emociones y definir algunos de los rasgos culturales identitarios de cada país. Por otro lado, la disposición de los colores y la utilización repetitiva de algunos de ellos, muestran igualmente mensajes como la influencia religiosa, el legado colonial, las ansias de libertad o las luchas por la independencia, entre otros motivos. Por tanto, bandera y patriotismo están ineludiblemente relacionados hasta el punto de algunos argumentar que todas aquellas personas que se consideran amantes de la tierra que los vio nacer y se sienten identificadas con sus costumbres, abrazan su bandera como defensa de las tradiciones y demostración pública de orgullo de su país. Ahora bien, este sentimiento de “patriotismo” de fácil manejo ideológico, según quien lo promueva, provoca en muchas ocasiones un choque frontal con aquellas personas cuyos principios sociales y políticos no se sienten identificados ni incluyentes bajo ese concepto de bandera. Los símbolos como las palabras no siempre tienen un significado homogéneo, ni uniforme, a pesar de que gran parte de la sociedad de un lugar utilice el mismo vocabulario y emblema. La memoria colectiva e individual está claramente inserta en cada una de esas palabras y símbolos y no siempre son inocentes o muestran el fin que toda sociedad debe perseguir, que no es otro que la construcción del bien común. Desde mi punto de vista, la concepción misma que tienen algunos de las banderas y sus símbolos son solamente un pretexto anacrónico de carácter identitario con el que no se identifica un amplio sector de la sociedad. Ahora bien, todo aquel que no siente ni conjuga con el significado, premisa o pensamiento patrio de los que se consideran los “verdaderos defensores de España”, con el paraguas de la bandera nacional de fondo, ¿puede ser considerado un “auténtico patriota”? Yo diría que no. Un ejemplo de ello, se pudo apreciar en el uso que hicieron de las banderas nacional, autonómica o local los distintos partidos que conforman el arco político nacional durante las pasadas elecciones generales. El discurso que hicieron algunos partidos, amparados en su propio concepto de la bandera nacional como paraguas argumental, mostraba claramente que no todas las identidades, orientaciones y sensibilidades tenían cabida. Sin embargo, en los discursos de otros partidos, banderas como la LGTBIQ+ que representan cada orientación o identidad y reivindican la libertad, el amor libre, el respeto y, sobre todos, los derechos humanos fueron enarboladas en algunas sedes como muestra de la existencia de que otra España, plural e inclusiva, existe. Por tanto, para los que creen que solo existe una sola España y un sola realidad social, negando la diversidad de identidades o la violencia machista, entre otras cuestiones trasnochadas más propias de tiempos oscuros, bajo su bandera solo caben aquellos que piensan y actúan como ellos, haciendo de dicho símbolo un claro elemento de discriminación y exclusión.

Para mí, la bandera que me representa traspasa los colores y las formas y solo cabe en ella tres principios fundamentales que son la tolerancia, el respeto y la solidaridad.

No soy un héroe lo sé/ es fácil como pueden ver / colgarse con esa mujer/ pisar por donde pone el pie/  ¿Qué podría contar/ que no imaginéis?/ Mi patria, mi bandera, mi segunda piel/  el lugar donde quiero volver.  

Víctor Manuel. “Su boca”